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viernes, 5 de agosto de 2011

Y al día siguiente....

Nos miramos, nos sonreímos y me dio un beso tierno, me rodeó con sus brazos y permanecimos así en silencio largo rato abrazados... Éste fue nuestro primer encuentro, dudaba si continuaría viéndolo o no, quizás esta sería la única vez que estuviésemos juntos, tenía claro que aún así vendría a la semana siguiente para comer juntos, pero nada más.

Volvió a sorprenderme esa misma noche, otra vez a través de Internet me dijo que al día siguiente vendría, yo no pregunté nada, no sabía que decir a pesar de querer decirle mil cosas, pero mi carácter me impedía hacer preguntas, tan solo un “De acuerdo, estaré en casa”. Esa noche dormí más bien poco, recordaba cada beso, cada caricia, cada palabra... Una y otra vez, revivía en mi mente cada momento de ese día, deseaba volver a estar entre sus brazos, sentir su cuerpo desnudo contra el mío, sus manos recorriendo mi piel, su boca en la mía...






Aquel día me levanté pronto, tenía que depilarme, ducharme, estar lo más guapa posible para cuando él llegara... Las horas, los minutos, los segundos se me hicieron eternos, me miraba en el espejo, me retocaba el pelo, la ropa... Era un manojo de nervios... Cuando llegó nos besamos, yo aún nerviosa y él aparentemente tranquilo, los besos eran cada vez más intensos, más profundos, más urgentes... Sin saber muy bien como llegamos a la habitación, yo fui al baño... Al volver a la habitación él estaba desnudo en la cama, yo fui a tumbarme a su lado y antes de poder dar un paso me dijo:

- Desnúdate.

Solo esa palabra, sin más, yo esperaba que me dijese algo más pero él me miraba con los brazos cruzados debajo de la cabeza, su mirada estaba cargada de deseo, sus ojos me decían o más bien me ordenaban que lo hiciera... Lentamente lo hice, poco a poco, sin prisas, al fin me quede completamente desnuda ante sus ojos, me dijo que me acercara y así lo hice, sus brazos me acogieron, su lengua buscó la mía, mis brazos rodeaban su cuello, acariciaban su pelo, su cara, su espalda... No podía dejar de acariciar ese cuerpo que tanto me atraía, sus dedos pellizcaban mis pezones, haciéndome sentir una mezcla de dolor y placer, estos tardaron poco tiempo en reaccionar a sus caricias, enseguida estuvieron duros, cuando acerco su boca a ellos y empezó a mordisquearlos mi coño estaba todo empapado, lo deseaba como nunca había deseado a nadie, quería sentirlo en el interior de mi cuerpo, pero él no tenía prisa alguna.

Me situé encima de él y mis labios cubrieron los suyos en un beso apasionado, mi respiración era agitada, el deseo me ahogaba, fui bajando por su cuerpo, mi lengua recorría su piel, se detenía en su cuello, mordisqueándolo, besándolo, baje hasta sus pezones y los lamí, él gemía, le gustaban las caricias que recibía, seguí bajando lentamente hasta llegar a su pene, estaba erecto, dispuesto para mí, pero yo quería prolongar el momento, pase mis labios rozándolo levemente y empecé a lamerle los testículos, podía sentir como su respiración era cada vez más agitada, por fin hice lo que él deseaba desde hacía rato, me lo metí todo entero en la boca, lo podía notar en mi garganta con cada movimiento, mis manos acariciaban sus testículos, estaban duros, llenos, dispuestos para mí, así estuve un rato... Metiéndola y sacándola de mi boca, de vez en cuando me entretenía lamiéndola en toda su longitud...




Después de un rato me tumbe a su lado, sus dedos volvían a pellizcar mis pezones, su lengua dentro de mi boca, eran besos cargados de deseo, de pasión contenida durante mucho tiempo y que ahora podíamos dejar libre, su brazo rodeaba mi cuerpo y mis piernas se enredaron con las suyas... Me aparto un poquito y sus dedos entraron dentro de mi coño, encontró que estaba muy mojado oleadas de placer recorrieron mi cuerpo, enseguida me corrí, no podía aguantar más tiempo sin hacerlo.... Me dio la vuelta y me abrazaba desde atrás, rodeando todo mi cuerpo con sus brazos, me sentía segura, relajada, tranquila, hacía mucho rato que mis nervios habían desaparecido, me penetró desde atrás y un grito de placer salió de mi garganta, me sentía llena, deseada... Me movía al mismo ritmo de sus embestidas que me estaban volviendo loca, con una mano sujetó las dos mías por encima de mi cabeza, así no podía moverme, con su mano libre acariciaba mis pechos, quería moverme, quería acariciar su cuerpo... No me soltaba y esa sensación de que me estaban dominando y sus embestidas en mi coño pronto hicieron que me corriera... Todo mi cuerpo se estremecía, mis gritos de placer llenaban la habitación, nunca había tenido un orgasmo como ese, era algo fantástico...




Me soltó y me di la vuelta, quedamos frente a frente, él me sonreía y yo en ese momento sentía dentro de mí cuanto lo quería, pero no podía decírselo aún, aún no era el momento... Nos abrazamos, era un abrazo lleno de ternura, cariño, que decía todo aquello que los dos callábamos... El abrazo era cada vez más intenso, las manos recorriendo la espalda... Las lenguas buscándose, la pasión volvía a estar presente, habíamos perdido demasiados meses... Sus dedos volvieron a mi clítoris, lo tenía hinchado, deseando ser tocado, lo acarició, el contacto de sus manos me excitaba sobremanera, sus dedos se introdujeron en mi coño, hasta dentro, muy adentro... Quise detener estos movimientos porque sabía que no podría aguantar mucho tiempo más sin volver a correrme... Pero no me lo permitió, se puso encima mío y noté como todo mi interior quedaba lleno con ese pene tan duro, su mano volvió a coger las mías y situármelas por encima de mi cabeza, quería moverme, acariciarlo, arañarlo... Nada de esto fue posible, él se movía dentro y fuera de mi cuerpo, yo sentía como entraba y salia, entraba y salia... Con la sensación de que me iba a partir... Más no fue así, mi espalda se arqueó, mis músculos se tensaron, mi garganta emitía sonidos llenos de placer, cargados de lujuria... Volví a tener un orgasmo tremendo y esta vez él se corrió casi al mismo tiempo que yo... Solo acababa de empezar la tarde....

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